jueves, 19 de mayo de 2011

-Los momentos de silencio interior en la danza nos recuperan el tiempo de conexión con los espíritus del cielo nocturno, los sentidos vuelven a escuchar los susurros de la madre tierra que da sus mensajes en la intimidad del ensoñar y como hijas hermanadas de la madre sabia honramos la memoria lúdica natural y poderosa en la pausa que nos ofrece curación a todas .
Así comprendemos los códigos mágicos de los lenguajes intuitivo-receptivos vivientes de lo femenino sublimando y descubriendo nuevas perspectivas en el sentimiento, la emoción y la actitud. La evidencia sublime auténtica se muestra en el cielo reflejando fehacientemente nuestra reconexión con lo humano y divino en este espacio mediador entre cielo y tierra. 
Ella brilla en el círculo celebrando junto a nosotras la unidad.


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